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lunes, 2 de noviembre de 2009

Paro docente, gobierno y padres

Compañeros: les subimos esta nota aparecida en Diario La Capital del viernes.
Link:
http://www.lacapital.com.ar/contenidos/2009/10/30/noticia_0028.html

Martín

Cada vez que los hechos ponen a los docentes en la situación de tener que decretar un paro para luchar por sus justas reivindicaciones, es habitual que se escuchen en la sociedad distintas voces opinando sobre la medida.
El actual conflicto docente no será la excepción. Artículos periodísticos, solicitadas y opiniones públicas pretenden mostrar a la sociedad y los docentes "todo lo que este gobierno hizo por la Educación". Sin duda muchos de estos datos son veraces. Pero sus interpretaciones son cuestionables. Especialmente porque parecen partir de la premisa de que fue el gobierno quien impulsó tales acciones de manera unilateral, olvidando los años de lucha que los docentes vienen llevando a cuestas, exigiendo mayor presupuesto educativo, mejores condiciones de trabajo, mejor infraestructura, salario digno y jubilación docente. Entonces, ¿es sólo voluntad política unilateral o es acuerdo en virtud de la fuerza de años de reclamos?
La historia reciente nos demuestra que los números pueden ser precisos, pero su interpretación puede no reflejar la realidad. La provincia sostiene que el salario real de un docente mejoró en un 20 por ciento desde el 2007 por encima de la inflación. Seguramente esta no es la percepción de los maestros cuando van al supermercado o pagan sus cuentas con aumentos (especialmente los servicios). Las estadísticas pueden explicar una visión de la realidad. No modificarla.
Y la realidad es que el salario docente no está valorizado de acuerdo con la importancia que tiene el trabajo del maestro para la sociedad. En términos comparativos el sueldo docente sigue siendo más bajo que el de muchísimas otras profesiones de similar jerarquía. Un estudio ordenado el año pasado por el consejo directivo de Sadop Nación que estudió la "canasta docente" determinó que en Capital Federal un docente necesita 4.040 pesos para vivir dignamente. ¿Cuánto daría ese estudio actualizado en la provincia de Santa Fe? Sin dudas, mucho más que el salario promedio docente.
Los docentes han demostrado ser proclives al diálogo, siempre que el mismo sea amplio y con la posibilidad de articular propuestas alternativas. La escasez de recursos no debe ser sinónimo de imposibilidad. Debe ser sinónimo de creatividad y decisión política. Es por eso que las estadísticas no pueden clausurar un diálogo. Son aportes. Y como tales no pueden ser el centro de la discusión. Ya que el mismo debe ser uno solo: ¿es justo el sueldo que cobran los maestros santafesinos?
Esta inquietud es la que debemos trasladarles a los padres. Cada vez que hay medidas de fuerza se escuchan en los medios de comunicación furiosas opiniones de papás enojados con el paro y los reclamos salariales del sector. En este sentido es necesario remarcar que el aumento de sueldos docentes no debe ser entendido como una negación de los aumentos de otros trabajadores como son los padres. El problema no radica, entonces, en que los docentes luchen por su salario, mientras hay papás que cobren menos. El problema es que existen muchas profesiones tan mal remuneradas como la educación. Ante ello, los docentes como gremio de trabajadores son también solidarios con las legítimas aspiraciones de muchos padres a un salario mejor. Porque en definitiva todos, padres y maestros, merecen un sueldo digno.
Otro sector de padres pide compresión respecto de la organización familiar: se plantean desde la prohibición de los paros docentes hasta las guardias obligatorias en las escuelas. Como padres, los docentes entienden las complicaciones que un paro ocasiona. Pero eso no nos tiene que hacer perder de vista la finalidad esencial de la escuela que es educar. Si priorizamos el rol de contención por sobre el educativo estaremos convirtiendo a los colegios en guarderías o depósitos de niños mientras los papás trabajan o realizan sus actividades. Pensar que el colegio sirve sólo para que los chicos estén ocupados es lo contrario a lo que se busca con la educación liberadora. Es necesario que también desde la familia pensemos que lugar vamos a darle a la educación.
Los paros docentes no son un fin en sí mismo. Son la consecuencia de una serie de reclamos que no encuentran la respuesta esperada (después de atravesar todas las formas de diálogo) y que hacen directamente a la calidad del sistema educativo. Debatir el rol del docente no es debatir cuántos días de paro se hace. Es debatir cómo hacer para que esa profesión ocupe el lugar de privilegio que supone una actividad estratégica de la Nación como lo es la educación.
Así lo entienden los docentes, y así esperan que lo entiendan tanto el gobierno como la sociedad en su conjunto, más allá de los números y los enojos coyunturales.
Por Martín Lucero

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